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Palacios y el Legado de una Era

Avilés, entre medievales, turistas y palacios

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Esta semana se ha hecho viral la visita de un colega peruano, a quien no tengo el gusto de conocer, pero con quien comparto la misma pasión. Su paso por la ciudad de Burgos se ha vuelto tendencia en redes sociales, sobre todo por la forma en que expresó su respeto y admiración hacia las obras arquitectónicas que visitaba. Se mostró especialmente maravillado con la catedral, manifestando su deseo de conectar con la historia y el arte que ella refleja.

Este tipo de turismo de contemplación cultural, aunque España tiene un enorme pasado histórico que incluye los reinos que constituyeron el país actual, sigue siendo poco común y explotado. A veces, las ciudades se reducen a imágenes estáticas, y sus calles históricas, a simples postales. Tanto es así que, cuando los turistas se aventuran a explorar rincones y ciudades más a fondo, el pasado medieval es el que roba la atención y el calor de los peregrinos, recreando espacios idílicos y minimizando hechos posteriores de gran valor estético y social que forman parte de la idiosincrasia local.

Pero una ciudad es un proceso de evolución continua: de luchas, crecimiento, cambios y cultura. En sus calles también existen obras que representan esta transformación, aunque muchas veces pasan desapercibidas, evidenciando un desarrollo que pocas veces se da a conocer.

Imagen: https://images.neobookings.com/cms/aldahotels.es/section/palacios-y-el-legado-de-una-era/pics/palacios-y-el-legado-de-una-era-r0lgz3zw4m.png

A finales del siglo XIX y principios del XX, en medio de la revolución industrial, surge en Avilés el estilo artístico del Modernismo, un movimiento en reacción al temor de la alienación y uniformidad que la industrialización implicaba. Este estilo apostaba por rescatar la belleza y singularidad de los objetos que, hasta ese momento, eran únicos y exclusivos. La Torre Eiffel, por ejemplo, inaugurada en 1889, refleja los cambios estructurales que impulsó la industria, aunque no fue bien recibida inicialmente, ya que los ciudadanos y burgueses cuestionaban su estética y valor artístico. Este rechazo fue uno de los detonantes para que los intelectuales buscaran reforzar una identidad a través de la cultura, dando lugar a un estilo que se manifestó en todas las bellas artes, pero que, especialmente en la arquitectura, creó un nuevo lenguaje visual, inspirado en la naturaleza y formas geométricas.

Este movimiento, conocido como *Modern Style*, *Art Nouveau* o *Modernismo Catalán*, alcanzó su mayor representación en Cataluña, pero también tuvo un notable impacto en Asturias, gracias a la burguesía emergente. En Avilés, una ciudad cuya prosperidad y dinamismo económico en parte venían del comercio marítimo de los indianos, emergieron magníficos palacios y residencias que aún hoy engalanan la ciudad. Entre los ejemplos más representativos de este estilo se encuentran el **Teatro Palacio Valdés**, el **Palacio Balsera**, y el conjunto de edificaciones situadas en la calle San Francisco, todas destacadas por sus elaboradas fachadas, galerías, balcones y balaustradas decorativas. En estas estructuras, las formas vegetales y curvas sinuosas dominan, aportando a materiales como el hierro una expresividad que combina la función estructural con un carácter único y vivaz inspirado en la naturaleza.

El Modernismo arquitectónico creó un lenguaje innovador y diferente de los neo-historicismos en auge, y sentó las bases para la integración de materiales modernos en la construcción, una premisa fundamental de la escuela Bauhaus que más tarde revolucionaría la arquitectura contemporánea. En sus inicios, el Modernismo tomó distancia de la producción industrial, aunque eventualmente abrazó el progreso, comprendiendo que este cambio era irreversible.

Hoy en día, algunos de estos palacios de la época siguen en pie, gracias a su reconocimiento como patrimonio cultural de la ciudad. Tal es el caso de la fachada del **Hotel Aida Palacio Valdés**, un lugar emblemático que invita a recorrer la historia arquitectónica de Avilés. Sin duda, este sería un destino perfecto para cualquier amante de la arquitectura, que, al igual que nuestro amigo peruano, disfrutaría enormemente de un paseo por esta ciudad llena de historia y encanto.

 

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